Clásico de clásicos y un referente para el rock mexicano y mundial, Carlos Santana ha construido su reputación en base su fantástica forma de tocar su guitarra y a base de discos míticos que fueron fuerza importante en su época. Actualmente algunos lo cuestionan por sus intervenciones con músicos comerciales contemporáneos, pero es verdad que en su época este señor creó discos que muy pocos podrían hacer incluso hoy en día y alcanzó ciertas hazañas musicales irrepetibles. Prácticamente sentó las bases de una de las ramas de lo que se conocería como ‘’latin rock’’ (sea lo que signifique ese término ya que latino no significa una sola cosa ni abarca una sola regio o país, sino muchas), publicando una enorme cantidad de discos desde su surgimiento artístico allá por finales de los años 60s y con su posterior aparición en el festival de Woodstock que lo catapultaría a la fama mundial.
Santana era además muy consciente de su herencia latina y de todos los movimientos de su actualidad, por lo menos en su época, conocía a los congueros, a la salsa, sabía del latin jazz y de las incursiones de artistas de culturas exóticas extranjeras dentro de la música latina y afro latina. Esto opinaba de los congueros: “Cuando escucho a un gran tumbador como Armando Peraza, Mongo Santamaría, Francisco Aguabella, Tata Guines o Patato Valdés, no oigo las congas, oigo a la vida”. Por otra parte Santana también estaba adentrado en el jazz, tal vez al comienzo de su carrera todavía no lo había desarrollado como en sus álbumes sposteriores, pero ya al comienzo de su carrera mostraba ser un guitarrista con un repertorio técnico de ejecución e improvisación que se salía de lo convencional, reflejando ser un guitarrista de temer.
El primer álbum de la banda llegaría en 1969, lanzando por el sello Columbia, grabado en los estudios Pacific Recording de San Mateo, California, y producido por Brent Dangerfield y por la misma banda. Este sonido de este artefacto se ubica entre un hibrido de rock, con sabores latinos predominantemente marcado como las batucadas y los atascos y descargas, además de la psicodelia. Hay canciones más convencionales, aunque en su mayoría las piezas del disco son inventos de la banda, la cual descarga todo su poderío de sabores y percusiones latinas sobre un campo de composiciones cargadas de atascos instrumentales, con inventos como ‘’Soul Sacrifice’’, que fueron furor en el Festival de Woodstock, donde la banda se presentó dos semanas antes del lanzamiento de este disco.
Un componente importante de este disco es la batucada, esa tendencia de la banda en caer en atascos robustos y repletos de sabor, con congas y ritmos exóticos, plenos en solos de guitarra y con todo el sabor del rock de la época con la aparición de Hammond y todo su típico estilo para completar hasta el último rincón; por lo que muchas de las canciones del disco no son ejecutadas convencionalmente con rasgueos y percusiones típicos de las bandas estadounidenses, sino que poseían todo un repertorio de ritmos y agregados que distinguen a la banda del resto de sus contemporáneos y le otorgan a su sonido ese mote que con recelo se puede llegar a denominar ‘’latin’’, ‘’latin rock’’, o como sea que le hayan llamado. Véase los temas ‘’Savor’’, ‘’Jingo’’ o ‘’Soul Sacrifice’’ para ejemplificar perfectamente este concepto. “Jingo” fue compuesto originalmente por el percusionista nigeriano Babatunde Olatunji.
Particularmente todo el disco se caracteriza por esa noción de batucada, todos los temas son o contienen considerables partes de esos atascos a los que recaen con una facilidad muy natural, el atasco, la batucada, la descarga, aunque irónicamente el único tema que se sale de esto, ‘’Evil Ways’’, ejecutado adrede de forma más convencional, justamente fue el tema que alcanzó llegar al top diez de las listas estadounidenses. Tal vez el público norteamericano no estaba listo para estos sonidos, pero sin duda que logró captar la atención de todos, catapultando a la banda, y especialmente al guitarrista, a la fama mundial de inmediato.
En comparación con lo que sería la evolución del sonido de la banda en los posteriores trabajos, este primer disco se encuentra en un lugar seminal, todavía crudo pero pleno en las batucadas y los atascos, con la adición de José “Chepito” Areas, un consumado timbalero y conguero muy conocido en su Nicaragua natal, lo cual le dio al grupo un impulso sonoro característico de la banda. Con dosis de blues, jazz, rock, sonidos afro, étnicos, eventuales sabores a salsa y hasta acercamientos a lo ritual, y en esa andanada de buscar los sonidos libremente improvisados e instrumentales, caracterizados por las improvisaciones libres colecticas o individuales en jams sessions interminables, las cuales, por indicación del entonces manager de la banda, Bill Graham, en ocasiones se disminuyeron, reformándolas para ser ejecutadas de forma más convencional, solo por eso el disco no suena más crudo aun.
El impulsor e ideólogo del sonido es el mismo Carlos Santana, sus intervenciones en guitarra eléctrica son excitantes, embriagadas en sabor y colores exóticos, aunque Santana no ocupa un lugar primordial todo el tiempo, aquí hay lugar para todos los ejecutantes, buenos solos de Hammonds, momentos de percusiones, atascos colectivos, improvisaciones solistas, funcionando todos en una simbiosis caracterizada por la batucada y manifestándose ala perfección en composiciones que no son para nada sencillas, un sonido que entre atascos, cambios, estrofas y solos suena bastante robusto y complejo, sin llegar a lo progresivo pero marcando un rumbo para nada fácil de imitar.
La carrera de Santa, tanto la banda como el guitarrista, fue en ascenso, con discos que fueron pilares en el género y siguieron marcando el rumbo en el mundo de lo que con mezquindad se denomina ‘’latin rock’’ pero que en realidad, por lo menos en el caso de Santana, es muy difícil de definir, ya que es una música caracterizada por la fusion y el encuentro de distintos sonidos, aunque sí muy influidos por el mundo ‘’latin’’ de la salsa, boogaloo y latin jazz. Ambigüedad y complejidad de fusiones y estilos que más tarde se acentuarían aún más en los álbumes posteriores del grupo, inmiscuyéndose aún más en fusiones mucho más estilizadas y complejas, hasta llegar a lugares de jazz fusión y jazz espiritual, característica espiritual que también se acrecentaría en el estilo del guitarrista, pero sin perder la banda jamás su toque y sabor afro que tanto la caracteriza.
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