23 mar 2025

Varios Artistas - Tropicália: ou Panis et Circensis (1968)

La tropicália fue otra utopía hippie indefectiblemente irrealizada o no, desarrollada en un corto lapso de tiempo, con su ebullición y su apogeo, sus rupturas y la consecuente represión aplicada hacia ellos por parte de la dictadura brasilera de turno, lo cual aceleró el concluir de esta experiencia utópica que bien supo destapar ollas y abrir puertas en la cultura de su país. La tropicália no era un movimiento, fue más que eso, fue una iridiscencia que en su poco tiempo de vida marcó el andar de la música popular de Brasil, con influencias decisivas sobre la cultura universal que parten desde la concepción de muchos jóvenes de la época que era la de romper las bases morales e institucionales imperantes para cambiarlas por visiones de mayor amplitud, lo que hace que a su vez sea un movimiento que goce de un halo de polémica, detractores, desprecio por algunos sectores más conservadores, desprecio por sectores universitarios y por parte de los sectores populares a los cuales siempre les costará acercarse a las artes desafiantes o no complacientes comercialmente.

Generalmente los artistas brasileros no temen en estar vinculados a sus raíces culturales, y no temen dejar plasmadas a estas en sus producciones musicales. Esto no fue excepción para la generación tropicalista, que tomó sus raíces y su sentimiento nacionalista para llevarlo lo más alto posible, eso sí, sin antes hacer grandes revisiones sobre lo que ocurría en la escena y cultura de su país, con la valentía de ejercer su arte en medio de dictaduras y con la responsabilidad de oponerse a fenómenos complacientes en la cultura local. Como todo rupturismo, no pudieron salirse de sus contradicciones. Lo que brotó de este fervor juvenil contracultural fue una síntesis que vinculaba cosas contradictorias, elementos de vanguardia con elementos nacionalistas, anticapitalismo con rock hippie estadounidense, etc. 

Eran un movimiento pop y aunque son conocidos por su encuentro con el sentir nacional y su arraigo con las tradiciones, a su vez no fueron a fondo al estilo de otros artistas brasileros, como Nana Vasconcelos o Egberto Gismonti, que bebieron de la fuente misma de la cultura local y sus raíces y que hicieron cosas muy profundas espiritualmente. La generación tropicalista hizo de las suyas sin abandonar muchas influencias de la cultura local pero apoyándose más que nada en el costado art pop y el hipismo, por lo que la contracultura juvenil norteamericana de la época no les resultó indiferente, es más, fue esta un detonante importante en esa generación de jóvenes brasileros que prácticamente vivió un fenómeno similar a la de muchos contemporáneos hippies, comenzando desde los lugares comunes tradicionales para romper los mismos y explorar fusiones y experimentos que replanteaban muchas nuevas bases y formulaciones.

Habiendo bebido de la psicodelia, los cultores del tropicalismo también tomaron sus fuerzas de la política, la resistencia contra las dictaduras locales, las vanguardias, los rupturismos, la poesía, la experimentación, la cultura juvenil, además del fenómeno de la antropofagia, concepto desarrollado en 1928 con el “Manifiesto Antropófago” de Oswald de Andrade, que recupera el símbolo del rito caníbal de los indios tupis que horrorizó a los europeos al llegar al Brasil. La idea de la antropofagia, como símbolo del revitalizarse a través de la adquisición de las virtudes del enemigo al devorar su cuerpo, reforzó la identidad brasilera desde una forma de ruptura de valores extranjeros, aunque a la vez ellos coquetearon con los vanguardismos rupturistas europeos como le dadaísmo o el surrealismo, manifestándose inequívocamente como otro rupturismo, pero calcado a la brasilera, sin foco en la razón sino con la vertiente del optimismo. El manifiesto antropófago recalca: “Antes de que los portugueses descubrieran el Brasil, el Brasil había descubierto la felicidad”. El tropicalismo revivió esta dosis de rebeldía local, para traerla hacia ritos más moderno, sin dejar la esencia rupturista de lado, entre política, valores comunes del país, arte, colores contraculturales y creaciones sin formalidad. Esta suma de poderes sin saberlo, esta búsqueda de sacar lo estático para traer lo vivo a la realidad, hizo foco en la sociedad brasileña y su vivir en comunidad, reviviendo valores comunes locales y acercándolos a las expresiones de ruptura en las artes.

El tropicalismo no solo tuvo su efervescencia cultural en la música, sino que se manifestó en sus varias formas, como en el cine, la arquitectura, el teatro, el diseño, el arte plástico, y es que de hecho fue una muestra del artista Hélio Oiticica, que consistía en un jardín con pájaros y plantas vivos, denominada como ‘’Tropicalia’’ y expuesta en 1967, la que inspiró al movimiento liderado por los jóvenes músicos Caetano Veloso y Gilberto Gil para crear su ‘’tropicalismo’’. Ya había ejemplos y destellos de este tropicalismo que venia brotando de a poco y que no necesariamente estaba ligado a las producciones musicales, esta rebeldía espiritual que se enfocaba en la ruptura del espacio, el tiempo y el abrazar a expresiones artísticas desafiantes, con exposiciones y cine muy ligado a los vanguardismos tipo fluxus o experimentos en el espacio que desafiaban el concepto de ’’arte’’ y de ‘’comercio’’ para proponer así nuevas formas de concebir el arte y la percepción misma del entorno.

Y fue en el ámbito musical, que los representantes de este movimiento juvenil vieron en esta emergente tropicália una oportunidad para reinventarse, viendo una revolución en camino que no dudaron en tomar y estimular, tal vez no de forma tan artísticamente radicaliza como el fluxus y las vanguardias académicas, pero sí con un espiritu rupturista que sí de todas formas causó alborotos y recibió criticas hasta de los intelectuales, basandose en la contracultura y el rock y manifestándose en el ámbito de la canción popular de vanguardia. Estos cultores de la tropicália musical fueron los artistas que iniciaron el movimiento tropicalista en sí, radicalizándolo al mismo, comenzado entre 1967 y 1968, y terminado en 1969 luego de la represión militar y el encarcelamiento con posterior exilio de Caetano Veloso y Gilberto Gil.

Entre estos cultores del espíritu reinventor de todo lo que ocurría en la escena joven brasilera estaban Caetano Veloso, Gilberto Gil y Gal Costa quienes seguramente sean los más famosos de entre ellos, pero también participaron otros personajes importantes, como Nara Leâo, la banda Os Mutantes y el vanguardista Tom Zé, los letristas Torquato Neto y Capinam, y el arreglador Rogério Duprat. De entre tantos artistas sin duda salieron muchos discos solistas de producción colaborativa y apoyo mutuo entre los artistas del movimiento, pero sin dudas en gran disco que brotó de esta experiencia, y que terminaría siendo el manifiesto musical del grupo, sería el mítico ‘’Tropicalia: Ou Panis Et Circencis’’ de 1968.

El trabajo es un hito en la cultura de Latinoamérica, una manifestación que reunía a un grupo de referentes en la cultura local de un país y los ubicaba en una senda que los llevó a personificar con este mismo trabajo al movimiento entero del tropicalismo, como un manifiesto sonoro que refleja el pensamiento innovador de un grupo de jóvenes músicos que traían, como todo joven revolucionario, una serie de innovaciónes a su ámbito, en este caso al ámbito artístico y especialmente en la música joven no convencional. La intención de los tropicalistas era escandalizar y protestar contra el comportamiento complaciente de la música brasileña popular, y para ello comenzaron a expresarse de la misma manera que lo hacían los jóvenes de la contracultura hippie, desde el exceso, la ropa colorida, el pelo largo y una clara influencia del pop art.

Musicalmente es un disco innovador, un choque refrescante para música joven brasilera que tenía como referencia a shows como ‘’La Joven Guardia’’, y un elemento polémico que chocó con todo lo que pudo mientras pudo. El ámbito en el que se maneja el disco es un lugar muy amplio, de canción popular, arreglos corales y de orquesta, bellas canciones hermosamente cantadas y con algunos arreglos sonoros experimentales. Aparecen temas de autoría e interpretación variados y repartidos entre los artistas del grupo, temas de corte popular y fusiones varias entre estilos locales. 

Si se busca en este disco un trabajo de estricta psicodelia, tal vez este puede ‘’decepcionar’’ en ese aspecto, debido a que aquí hay texturas y búsquedas esmeradas que apuntan hacia la visión colectiva del grupo tropicalista y no únicamente hacia la línea estricta del rock, aunque este último fuera una influencia decisiva para ellos. Sin lugar a dudas que trabajos como el ‘’Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band’’ de The Beatles serían de influencia importante para este disco fundacional tropicalista, lo que hace que la psicodelia esté presente de todas formas, además de que muchos referentes de la psicodelia universal brasilera de la época participarían en este trabajo del movimiento. Aun así se podría decir que las texturas del trabajo son muchas veces no tan rockeras, más bien con influencias de la música popular brasilera, bossa nova, el fado, con orquestaciones y búsquedas sonoras varias que se salen del rock y la propia psicodelia.

Todos los grandes discos vanguardistas de época que se codearon con la corriente pop de la canción y que a su vez innovaron desde muchos aspectos como orquestación, experimentación, psicodélica, etc., fueron olvidados en su época, poco valorados, muchas veces pasados por alto, subestimados, y vapuleados por la crítica, pero luego, con los años, supieron recobrar un lugar importante en la historia, o por lo menos se supo reconocer el valor histórico de este tipo de registros. Muchas veces las vanguardias son pasadas por alto, pero al final del día sin estas innovaciones no se podría haber entendido los fenómenos que a partir de ellos brotaron o las influencias que estos experimentos brindaron a las generaciones futuras de la música popular. Ese don ambiguo que posee el vanguardismo es como una luz oscura, un páramo de oscuridad brillante, algo que le cuesta mucho al público que generalmente busca algo masticable y rápidamente desechable. Las vanguardias en la música popular son algo subestimado inmediatamente por su carácter artístico profundo, cosa que ocurrió con gran mayoría del arte innovador de aquella época, una época en la que el vanguardismo, las luchas y las innovaciones se confabularon en una misma cosa, un mismo fenómeno. Ese don contradictorio es uno de los grandes valores rupturistas de las vanguardias o por lo menos de los discos rupturistas de la canción popular, generalmente provenientes de los finales años de la década de 1960 y los primeros años de la década siguiente.

Toda esta experiencia tropicalista, plagada de humor ácido y polémicas, protestas, rebeldías, innovaciones, desafíos, desenfreno, manifestaciones, mensajes codificados en letras adrede irrisorias, choques, debates, manifiestos, etc., quedó una experiencia altamente rebelde que por consecuencia no tardaría en llamar la atención, esta experiencia pronto seria reprimida por la dictadura militar brasilera del momento. Ya para 1969 Caetano Veloso y Gilberto Gil se encontraban en el exilio en Europa, y el movimiento relegado a un plano sin sus lideres cultores. Aunque por aquellos años seguirían apareciendo algunos otros grandes discos importantes para el tropicalismo, provenientes de los artistas del grupo en solitario, tal vez el mejor legado dejado por esta experiencia fue el abrir caminos en la escena local, mostrar a la juventud que se podía (y se debía) ser rebelde sin perder la creatividad y la notoriedad. La experiencia no continuó mucho tiempo más pero este fugaz fulgor espiritual impregnó la escena local del rock y la música fusión y dejó una fuerte influencia que de alguna manera u otra continuarían otros artistas con publicaciones discográficas también destacadas e innovadoras.

Cod: #1796

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