El área de Pernambuco, en Brasil, se convirtió con los años en un punto de referencia a revisar dentro de la psicodelia de dicho país, siendo casi una rama dentro de la tropicalia misma, por la considerable cantidad de bandas y discos interesantes que salieron de los artistas que rondaban el área, siendo una dosis de discos como: ‘’Alceu Valença & Geraldo Azevedo’’ de 1972 por Alceu Valença y Geraldo Azevedo, ''Satwa'' de 1973 por Lula Côrtes & Lailson, ''Paêbirú'' de 1975 por Lula Cortes y Zé Ramalho, el homónimo ‘’Flaviola E O Bando Do Sol’’, liderado por Flavio Lira (alias ''Flaviola'').
Dicha escena estaba liderada por un colectivo de artistas fundado por Lula Côrtes e integrado por pintores, escritores, poetas, filósofos y músicos, entre los que aparecían nombres clave para el quehacer artístico de la región como Zé Ramalho, Marconi Notaro, Zé da Flauta, Lailson, entre otros. El colectivo vivía en una suerte de limbo artístico y espiritual girando en torno al típico espíritu joven de la época, girando en torno a la producción artística, el consumo de alucinógenos, la vida bohemia, las producciones auto gestionadas, el rock y la contracultura, etc, siendo esta escena un oasis en su país debido a la fuerte represión que vivía la cultura local por la dictadura militar que estaban sufriendo en esa época, dictadura que reprimía prácticamente toda la cultura y los medios hasta tal punto que los diarios tenían que poner recetas de cocina en sus portadas ante la incapacidad de poner noticias. La producción del mismo colectivo se vio afectada por esta censura.
Uno de esos artistas, salidos de dicha escena local, sería Marconi Notaro, quien también aportaría un interesante trabajo psicodélico tropicalista, grabado junto a Lula Côrtes y Ramalho, ‘’No Sub Reino Dos Metazoários’’, un artefacto de la psicodelia de la región, con goza de todos los aditivos sonoros de la zona como la especialización acústica en algunas composiciones que aparecen, llegando también a experimentar con efectos y alteraciones de estudio, además de tener una buena dosis de rock, con guitarras eléctricas acidas y buenos solos pesados a lo Jimi Hendrix.
Poco después de grabar el álbum clásico Satwa, Lula volvió al mismo estudio de Recife con su amigo, el poeta de culto y escritor Notaro, para grabar otro álbum igualmente mágico. Este trabajo es fruto de esa sociedad artística, en la que Notaro vuelca sus canciones melosas, aunque también por momento movidas, instrumentadas de forma generalmente acústica, en una mezcla con ritmos folk con tintes tropicales y bossa nova.
Muchas veces el sonido de eleva hacia la psicodelia lisérgica y hacia la espiritualidad, más elementos de la era hippie y que por supuesto también estarían rondando en la onda de los artistas del lugar. Las incursione acústicas dan lugar a que el sonido se volatilice y se sumerja sutilmente hacia ambientes pastorales, con acompañamientos percusivos y aires de bosque y hadas.
La música se eleva por exóticos experimentos eléctricos y efectos de estudio que induce al viaje lisérgico, efecto que es además incrementado por la implementación de aires de la música hindú, por lo que tenemos una buena dosis de psicodelia pura, ambientes de divague, lisérgia, y trance, seguramente ejecutados bajo la producción del mismo Lula Côrtes, quien ya había experimentado con sonidos acústicos y parece revivirlos en este disco, expandiendo su magia hacia otros lugares sonoros.
Algunas de las pistas no gozan de la mejor calidad, perdiéndose el sonido en efectos medianamente logrados y calidad de grabaciones regulares. Aquí hay rock, folk, psicodelia y elementos de música hindú, de ello sale una buena mezcla que no puede faltar en la biblioteca de la tropicalia y en los oídos de los interesados por el hipismo brasilero. Marconi falleció en el año 2000, habiendo vivido una vida en las sombras incluso en su propia ciudad, aunque habiendo dejado siete libros de poesía publicados y este interesante disco tropicalista-pernambucano.
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