Y otro de los conciertos que tuve la fortuna de presenciar este año 2022, ya para cerrar un año negro en lo personal por momentos, pero gracias a esto muy luminoso en parte, fue el concierto que la banda inglesa pionera del rock progresivo, Stick Men, dio en Buenos Aires, en la Ciudad Cultural Konex, el 26 de Noviembre de este año.
En una noche calurosa en la temperatura que ya veía agitación social entre la llegada de otros conciertos mucho más mainstream y populares, además de haber sido celebrado en medio de lo que fue el mundial de futbol, Stick Men se presentó en una de las enormes salas del centro Konex, haciendo gala ya desde el principio de un poderío progresivo sin igual, el cual no menguó en ningún momento y mucho menos por tratarse de que la banda consistía solamente en tres personas, un power trio ni más ni menos.
Stick Men está compuesto por tres miembro del King Crimson actual: el virtuoso guitarrista Marcus Reuter (guitarra touch style, discípulo de Robert Fripp), el impresionante baterista Pat Mastelotto y el legendario bajista Tony Levin, tres músicos de nivel de elite mundial que no dejaron ese momento a duda y propusieron una noche llena de rock progresivo instrumental, con piezas de sofisticación en las que ejecutaron un par de piezas de King Crimson, además de todo un repertorio de piezas históricas propias del trio, entre composiciones nuevas y otras ya antiguas.
Tanto Tony Levin como también el guitarrista Marcus Reuter ejecutaban la técnica del ‘’touch-style’’, con digitación en las cuerdas con sus ambas manos, tecnica a partir de la cual construían piezas de sofisticación, lo cual eleva el merito de ambos debido a lo atípico de la técnica y a lo virtuoso del despliegue del grupo.
La música fue aplastante en todo momento, rock de punta, rock progresivo, rock moderno y futurista, un rock adelantado, ejecutado entre riffs poderosos, cambios de ritmo, solos indescifrables que se perdían en las estructuras, escalas exóticas, partes y más partes entre la construcción de las piezas, un despliegue armónico y melódico muy variado que demostraba el virtuosismo de los ejecutantes de cuerdas, la batería por supuesto siempre estuvo a nivel de las cuerdas y entre los tres no regalaron una noche a puro poder progresivo.
El poder que precedía a los ejecutantes provenía de una fuente distintas a lo común en la música popular, Stick Men ofreció una exhibición en la que los músicos se encontraban ubicados en estructuras muy complejas, tanto en lo estructural en sí, como en partes y sub momentos internos, a lo cual lo sobrellevaban de manera muy natural, sin caer en yeites o repeticiones, o esnobismos.
Stick Men dio un concierto muy extenso, entre interpretación de piezas de media duración, siempre muy sofisticadas, algunas piezas de extensa duración, con algunos cambios de roles en posiciones melódicas y armónicas entre el guitarrista y el ‘’bajista’’,, y con algunos agregados virtuales que partían desde la ejecución de los mismos en computadoras portátiles que poseían los músicos y que iban implementando según la ocasión, lo que hizo que por momentos aparecieran voces habladas en las piezas, otros instrumentos, sonidos agregados, etc.
Fue una noche calidad también en lo personas, con músicos amables que ejecutaron lo suyo y recibieron el amor del público, siempre con ese fervor típico del público argentino. Fue una noche mágica en la que el rock progresivo hizo justicia en nuestras tierras argentinas y pudo volcarse en los oídos, mentes y espíritus de quienes estábamos presentes. Este tipo de conciertos es muy importante poder presenciarlos, ya que se trata de música única en su tipo, no masiva para el público popular y que por ende propone algunas innovaciones muy valiosas que aportan mucho, desde nueva visiones musicales, artísticas, nuevas concepciones personales y nuevas búsquedas en lo musical y espiritual, abrirse a nuevos estilos musicales es siempre abrirse a nuevas formas de vida, y poder presenciar semejantes espectáculos representa un sacudón al espíritu y sus dejos y vicios internos.
La noche previamente había sido abierta musicalmente por Fernando Kabusacki, músico argentino que también estuvo a la altura de la técnica e innovación con algunas reinterpretaciones de caciones populares (si mal no recuerdo) ejecutadas al estilo de la vanguardia progresiva, en momentos solistas acompañados también por la voz de una cantante, también muy talentosa (por lo que recuerdo, el guitarrista contó que se trataba de su hija.)
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