Este es un peculiar emprendimiento en el que conciernen varias aristas, como: aplicaciones electrónicas tempranas salidas de los primeros usos de un sintetizador Moog en un disco, un ambiente psicodélico, freak y experimental en general, space age, lounge jazz, siendo además un álbum conceptual centrado en la idea de los elementos de piedras preciosas a la vez que en los doce meses del año, y siendo además todo creado e impulsado por un percusionista muy talentoso, un vibrafonista más precisamente, por lo que tenemos muchos elementos al servicio de una música con muchas implicancias. Es un gran artefacto psicodélico, con la particularidad de la aparición del jazz, lo que da como resultado una música de fusión prototípica para tratase de 1967.
El disco está dividido en doce capítulos, representando así los doce meses del año, en general siendo piezas todas de corta duración y desarrollo, alcanzando a manifestar en cada ocasión una trama y sonido particular siempre dentro de un lounge jazz dinámico e instrumental liderado por un vibráfono y un sintetizador, adornado además por otras percusiones metálicas y una alocada sesión rítmica de la batería. La presencia de la psicodélia no se hace esperar, por lo que el sonido en su totalidad está envuelto en ambientes de delirio generalizado, ambientes trippy en melodías y armonías y hasta alcanzando ambientes de auténtica experimentación sonora por momentos.
La aparición del sintetizador también corre su rol particular, instrumento que es utilizado de forma atonal desde algunos efectos y melodías agregadas a un sonido que en general es bastante particular de definir, una amalgama jazzera exótica psicodélica con sabor pop espacial, y con extrañas melodías circulando todo el tiempo, dotándole al sonido de ese sabor experimental generalizado. Uno de los pocos y últimos ejemplos de lounge y space age dentro de la psicodelia, la cual se estaba llevando todos los laureles con la aparición del rock, pero demostrando que los ambientes trippy se pueden llevar muy bien con la era espacial y el easy listening.
‘’New Sound Element Stones’’ fue publicado en 1966 por el sello discográfico Universal City Records. El set encargado de la grabación estaba compuesto por el mismísimo Emil Richards en sintetizador y percussion, el sitarista Bill Plummer en bajo, Dave Mackay en piano, Paul Beaver en sintetizador Moog y Joe Porcaro en batería. El caso de Emil Richards como percusionista de sesión es comparable con el caso de otro sesionista de percusión famoso como lo fue Hal Blaine, ya que ambos fueron muy requeridos sesionistas, habiendo publicado pocos discos solistas pero con perlas psicodélicas muy interesantes en su haber, ‘’Psychedelic Percussion’’ de 1966 por el lado de Blaine, y el ya nombrado ‘’New Sound Element Stones’’ de 1967 por el lado de Richards.
Emil Richards no tuvo una carrera como solista muy llamativa pero su rol como músico de sesión es de resaltar ya que lo llevó a tocar con los mejores, demostrando que era un percusionista angelado. En 1954 Richards se mudó a la ciudad de Nueva York, donde tocó con Charles Mingus, Ed Shaughnessy y Ed Thigpen mientras hacía grabaciones de estudio para Perry Como, Ray Charles Singers y Mitchell Ayres. Durante unos tres años fue miembro de un grupo dirigido por George Shearing , luego se mudó a Los Ángeles y trabajó con Don Ellis y Paul Horn. Pasó tiempo con el compositor e inventor Harry Partch y como percusionista acompañó a George Harrison de gira y grabó con Frank Sinatra, Frank Zappa , Doris Day, Judy Garland, Nelson Riddle, Steely Dan y Sarah Vaughan.
Richards trabajó a menudo como músico de estudio para películas y televisión. Sus créditos incluyen tocar bongos en el tema principal del programa de televisión Mission Impossible. Otro trabajo de televisión incluyó chasquidos de dedos para el tema de la familia Addams y trabajo de xilófono para el tema de apertura de Los Simpson. Lideró una banda con Joe Porcaro y en 1994 lanzó un álbum en solitario llamado ‘’The Wonderful World of Percussion’’. El 25 de junio de 2019, The New York Times Magazine incluyó a Emil Richards entre los cientos de artistas cuyo material, según los informes, fue destruido en el incendio de Universal de 2008.
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