Se cree que los primeros pobladores de esas tierras aparecieron hace alrededor de 10.000 años atrás, en algún momento en ese tiempo los Selk’nam surgieron como pueblo, desarrollando su propia cultura, sus propias tradiciones, ritos, rituales, sus propios conocimientos, su mitología y su sabiduría. Vivían en ‘’kawi’’, chozas hechas de palos y pieles de animales, se vestían simplemente también con pieles de animales (guanaco), y se trasladaban cuando los recursos se agotaban buscando un nuevo sitio donde instalarse, llevaban con ellos lo justo y necesario para vivir, sin nada que fuera supérfluo.
La sabia cosmovisión que tenían sobre la vida y la creación de los fenómenos de la naturaleza era transmitida de forma oral por los mayores, especialmente por los hombres de mayor edad, el narrador agregaba al relato vivencias propias, así como fragmentos intercalados de otros mitos, con fines comparativos y de contraste. Los hombres más jóvenes no contaban relatos extensos en presencia de personas de mayor edad, y las mujeres se limitaban a escuchar y jamás relataban fragmentos de mitos, por menores que sean, a los niños.
La población selk’nam era probablemente de 3.500 a 4.000 individuos cuando, por el año 1880, los blancos comenzaron la ocupación de su territorio, la Isla Grande de Tierra del Fuego. Desde el siglo XVI sus antepasados habían tenido contactos esporádicos con tripulantes y náufragos. No sabían de dónde venían. Pero según sus profetas (“padres de la palabra”), unos extraños, parecidos a aquéllos, los iban a destruir.
Durante las últimas décadas del siglo XIX y hasta la primera del XX, los selk’nam fueron diezmados por los blancos. Muchos fallecieron de enfermedades transmitidas por éstos; otros fueron embarcados y llevados al continente. Ciertos cazadores de indios a sueldo, cometían por cuenta propia atrocidades sin nombre antes de matar a sus víctimas. Otros selk’nam murieron en guerras entre ellos mismos; esas luchas intestinas eran más frecuentes en esta época, pues a medida que los terrenos de caza iban siendo cercados por los ganaderos, el terreno restante era más y más disputado entre los mismos indígenas.
Las pocas memorias que aún quedan de este pueblo ancestral sobrevivieron gracias el esfuerzo de algunos pocos investigadores que llegaron a estas tierras rastreando y registrando lo que más pudieron en su labor. Una de estas investigadoras fue Anne Chapman, una antropóloga franco-estadounidense conocida por sus estudios sobre los pueblos fueguínos, quien registró, en varios libros, documentales, y otros registros como grabaciones en audio, los restos de los pueblos con los que tuvo contacto.
Chapman fue la única investigadora del mundo que entrevistó a pobladores indígenas selk’nams, vivió junto a ellos y recuperó mucha información gracias a la memoria de las últimas personas que vivieron en libertad con sus pueblos. Una de las selk’nam con las que compartió tiempo fue Lola Kiepja, una chamán aborigen, entonces de alrededor de 90 años, con quien vivió algunas semanas en 1964, y todo un invierno en 1966, en la cabecera oeste del lago Fagnano, en el centro de la provincia de Tierra del Fuego.
Kiepja era una de las últimas sobrevivientes de descendencia selk’nam directa, una de las ultimas sobrevivientes de su etnia, además de la última chamán sobreviviente de su pueblo. Cuando Chapman la conoció Lola vivía en la reserva indígena ubicada cerca del Lago Fagnano del lado argentino, en una caza choza, cerca de una estancia de la cual, su propietaria, daba instrucciones a su puestero de suministrar a Lola carne, leña y otros elementos que necesitara. Lola tuvo siete hijos con su primer marido, un haush que había fallecido. Después tuvo cinco hijos con un chileno. Todos sus hijos habían muerto y sólo le quedaban una nieta que vivía en el continente y un bisnieto.
Durante sus años de juventud su madre y algunos tíos maternos chamanes (xo’on) la preparaban para que ella también fuese xo’on. Una noche, hacia el año 1926, Kiepja soñó que el espíritu de uno de estos tíos –que había muerto hacía poco al otro lado del Lago Fagnano– la visitaba y le transmitía su poder mediante un canto. En su sueño el espíritu volaba sobre el lago buscándola y cantando “¿dónde estás, hija mía?”. Ella repitió esta frase y despertó. En ese preciso momento, según cuenta Kiepja, el espíritu de su tío la penetró “como el filo de un cuchillo”. Fue entonces que, de acuerdo con la tradición, ella adquirió poder sobrenatural.
Chapman no solo obtuvo memorias de este encuentro, a las cuales volcó el sus registros escritos publicados en libros, sino que también procuró realizar grabaciones de audio, grabando vocabulario general, nombres propios, toponimias y términos de parentesco, además de cantos. Algunas de esas grabaciones las realizó en 1964, en su primer encuentro con Kiepja, y luego realizó algunos más en sus últimos encuentros con la misma, en 1966.
Estas grabaciones, especialmente de sus cantos, fueron publicadas en 1972 en un disco denominado ‘’Selk'nam Chants Of Tierra Del Fuego, Argentina’’, representando uno de los pocos registros en audio de esta cultura ancestral y precolombina, cantos que registran y resguardan en el tiempo un fragmento del corazón de la cosmogonía selk’nam y reflejan un profundo misticismo y religiosidad respecto al pasado y los fenómenos naturales, ya que estos cantos fueron realizados directamente por una representante selk’nam que poseía un profundo conocimiento de su cultura, de sus tradiciones, de su pasado histórico y religioso, además de poseer atributos como chaman que la conectaban con estados profundos de conciencia y le permitían mantener conexiones con ‘’el más allá’’.
En algunos de sus cantos Kiepja nos dice: "Estoy aquí cantando el viento que me lleva, estoy siguiendo las pisadas de aquellos que se fueron, se me ha permitido venir a la montaña del poder, he llegado a la gran cordillera del cielo, el poder de aquellos que se fueron vuelve a mí, yo entro en la casa de la gran cordillera del cielo, los del infinito me han hablado". El selk’nam es un idioma de fonemas tonales y glotales, por lo que fue difícil de comprender por Chapman en su contacto con Kiepja, pese a que este manejaba en cierto grado el idioma español.
A finales del invierno de 1966 Chapman volvió a París, entonces Kiepja quedó sola, salvo por las visitas diarias de un puestero de una estancia vecina que le llevaba leña, carne y agua, y de algunos vecinos. El invierno de ese año fue crudo, con temperaturas de hasta 30 grados bajo cero, y Kiepja vivió prácticamente confinada en su choza por la nieve, desde julio hasta pocos días antes de su muerte.
A finales de septiembre pasó dos o tres días sin comer casi nada. Entonces el puestero se dio cuenta de que estaba gravemente enferma y fue a caballo al destacamento de Policía Rural del Lago Kami para buscar ayuda, volviendo con un policía en un tractor. La transportaron hasta el camino principal, desde donde fue llevada en automóvil hasta Río Grande, donde pocos días después murió en el hospital regional. Era el fin del invierno en Tierra del Fuego, el 9 de octubre de 1966.
Con la muerte de Kiepja desapareció todo testimonio directo de su cultura. De los pocos sobrevivientes de su grupo, ella era la de mayor edad y la única que había vivido como indígena. Tenía aproximadamente noventa años cuando murió, y había nacido bajo una tienda de cuero de guanaco y vivido su juventud vestida con pieles de guanaco, acampando con su familia en playas, lagunas y bosques y participando en las ceremonias tradicionales.
Cod: #1431
Interesante...
ResponderEliminarCómo se puede descargar?
En este enlace se explica como hacer para descargar los discos:
Eliminarhttp://code-search.blogspot.com/2016/03/blog-post.html
impresionante, tremenda nuestra historia argentina
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