Las eras del vínculo afro-americano se reúnen en una sola cosa bastarda, los prolegómenos de lo que pudo haber sido hace cientos de años se hacen, deshacer y resumen en una deducción conceptual pirotécnica en la que convergen sustratos de antaño y sustratos mucho más antiguos aun, como trayendo materia del pasado para unificarla en una pieza de música que capta la esencia africana y la ubica al lado de la esencia clásica.
El resto está a la vista, indigenismo afro presentado desde lo musical, aunado a visiones orquestales, corales y de música clásica, la fusión es arriesgada pero todo mientras se piense con pasión y astucia puede funcionar, y este es el caso, con un encuentro de estratos que se combinan en un sonido que no obedece a nada o a casi poco, el uso de los coros tal vez recuerde a vanguardismos del estilo de Igor Wakhévitch, es que aquí estamos en presencia de un creacionismo y un vanguardismo de tales niveles: usos de impresionantes masas musicales, música con significado conceptual y alegórico, nada creado al azar ni porque sí sino revisitado una y otra vez para funcionar a la perfección, visiones de fusión de estilos, y, por ende, aparición de algo que se supone, y lo es, nuevo.
Marvin Peterson se había presentado a sí mismo como ‘’Hannibal’’ en su disco homónimo de 1975, desde aproximadamente esa época había hecho presentaciones y publicaciones bajo ese nombre, llegando a publicar discos solistas hasta mediados de la década de los 90. Pero no fue sino hasta 1995 donde aparecería su opera prima, saliéndose del puro jazz de vanguardia para adentrarse en una vanguardia con peculiaridades en la que explora las posibilidades de la música negra, desde el indigenismo afro, el soul, el blues, el jazz, y las posibilidades de la música de orquesta, apoyado por: la Chicago Symphony Orchestra, David Van Abbema y Theodore Jones en vocez barítono, los coros The Morgan State University Choir, Doris Ward Worskshop Chorale, y Kennedy-King College Community Chorus, más cantantes y músicos invitados.
De esto queda algo que por momentos es un vanguardismo radicalizado en la fusión, con dejos de oscurantismo histórico, las eras de la cultura representadas en una música que se reúne a celebrarse a sí misma y unificarse en una historia musical; esto es lo que ocurre más especialmente en la parte primer de la obra, o el ‘’Acto primero: The Drum And The Cross’’. Aunque también aparece el lado segundo de la obra, ‘’The Land Of Milk And Honey’’, en el que aparecen trazas de géneros afro pero que se presentan puros, como un viejo bluesman (David "Honeyboy" Edwards) ejecutando y cantando un blues del estilo del delta, hasta spirituals (Jevetta Steele), cantante de griot africano, ejecutantes de kora y djembe, el cuarteto Hannibal Lokumbe, y momento corales, como separando cada elemento de la primera parte para presentarlo por su lado particular en cada pieza de esta segunda parte.
Simbólica y conceptualmente la música representa un viaje desde el África Occidental del siglo XVI hasta los Estados Unidos actuales. El idilio africano signado por los cantos originarios que termina con la llegada abrupta de cazadores de esclavos. La tensión de los coros, la fusión de estratos entre estilos diversos, convergen en un relato histórico, y que el autor ha querido reflejar musicalmente, obra pensada desde principio a fin para conducir desde la esperanza a la matanza, la destrucción y la esclavitud.
Es una ópera de un estirpe nunca antes realizado hasta entonces, que con trazas de mucho realiza momentos de algo poco convencional, grabado intégrame en vivo en el Orchestra Hall de Chicago entre el 4, 5 y 9 de mayo de 1995, con lo que se intenta reunir partes de culturas disimiles con el fin de buscar cierto acuerdo entre culturas y expresiones, en lo que, más allá del significado antirracistas que pueda tener, representa un encuentro artístico único, afro nativo con música de orquesta y coral alcanzando momento de fusión muy profunda, un logro que, sin buscarlo, es altamente vanguardista, además de ser muy sentido, profundo, conmovedor.
Aquí hay conductores y directores pero Hannibal Lokumbe es quien representa el mérito de la existencia de la obra siendo la cabeza ideadora de esta obra bastarda, el escritor y pensador del concepto, con el mérito del encuentro de elementos disimiles en una sola cosa, el movimiento de semejantes mazas musicales y grupos artísticos en una sola producción, la ejecusion y proyección en vivo de las piezas, estructuras y momentos, y finalmente el logro fundamente de que todo funcionada como una sola cosa y lo haga de hecho de manera significativa desde lo conceptual y artístico.
Estas son algunas palabras provenientes de la contraportada original del lanzamiento en cd de 1995 que ayudan a entender los conceptos musicales: ‘’African Portraits traza conceptualmente cuatrocientos años de la experiencia afro-americana. Lo que significó una historia de tragedia, de opresión, de luchas, y en última medida de esperanza. Es incluso una fusión de las formas del estilo nativo africano, spirituals, blues, góspel y jazz, combinadas con idiomas clásicos, fusión única en la historia de la grabación musical.’’ . También hay unas palabras del mismo Hannibal Lokumbe acerca del disco: ‘’Con esto estoy buscando el fin de las atrocidades cometidas contra África y sus niños. African Portraits es mi pedazo de madera para ser ubicada en el fuego de la razón y la luz de manera que pueda acobijar el sueño de quienes reposan en agonía con su existencia: un fuego para todos que atesoran la luz de Dios.’’
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