Ejecutado por una big band, el sonido es una aventura vanguardista de dimensiones gigantescas, un sonido que, entre composiciones experimentales y libre improvisación, se erige como una columna enorme dentro del jazz británico de big band de la época. ‘’Ode’’ fue concebida como la primera partitura escrita por Guy, quien estaba estudiando bajo la tutela de su maestro Buxton Orr, este lo alentó a que siguiera adelante y trabajara duramente hasta dar vida a sus composiciones vanguardistas y a sus ideas y visiones que trascendían lo académico para posarse sobre un ámbito interno de autoconocimiento, desarrollo creativo, libertad e improvisación libre.
Barry Guy recuerda acerca de la creación de la obra: ‘’Tenía en mente dos bases sólidas sobre las cuales construir la música: ‘’Sonido como energía’’ y ‘’Estructura de energía’’. Como intérprete y compositor, me pareció que la forma de integrar la música original de músicos improvisadores con la idea del compositor era llegar al corazón de lo que cada disciplina se proponía lograr y reconocer parámetros específicos donde un punto de encuentro podría ser negociado El proceso no fue tanto intelectual: más ser guiados por sentimientos y buscar la fuente de nuestro espíritu creativo colectivo. El artista en mí sintió el intenso calor y la energía concentrada de improvisar con sus colegas. El proceso fue despertar espiritualmente, comunicar, inventar, aprender, sanar con un amplio espacio abierto controlado por un maravilloso equilibrio de ego, humildad y creatividad explosiva. Aquí había sonido como energía.’’
El álbum es gigantesco, un álbum doble, repleto de piezas muy extensas, por lo que el disfrute de la vanguardia está asegurado ya que se despliega en piezas de carácter bruto y con sonido orquestal, un estilo aplastante que abruma por el enorme despliegue de toda una orquesta de jazz abocada a la estructuralidad de las composiciones pero que también fluctúa y juega con las libres improvisaciones, estos dos aspectos se combinan para crear la base de toda la obra. Es la aparición de la libre improvisación y/o del free jazz que le da a esta obra un estirpe mucho más vanguardista y la saca del lugar de ‘’tercera corriente’’, lugar del que el mismo Guy se esforzaba por no pertenecer.
El alcance de la composición es muy ambicioso, diverge de las formas más tradicionales del jazz orquestal, aunque presenta formas muy bien acabadas en la composición; es la primera obra de Guy pero no es un trabajo prototípico ni entusiasta, sus estudios y sus visiones están perfectamente desarrollados y es él mismo quien, bajo la dirección de su maestro Orr, da vida a toda su imaginería compositiva, combinando y desarrollando desde formas inspiradas en la influencia de la música clásica, que se puede percibir en las distinticas piezas que componen el trabajo y que funcionan como movimientos de una obra total.
Y es la libre improvisación, de diversos instrumentos a lo largo de los distintos movimientos, la que recubre el espacio de forma inesperada para semejante masa de músicos, que funcionan como un colectivo de improvisadores, dotándole de ese carácter ‘’imperfecto’’ a las partes y movimientos compuestos previamente, y volviéndose hacia el ‘’desconcierto’’ en las piezas donde se vuelcan pura y exclusivamente hacia esa improvisación de forma libre. En la escucha, hay que concebir a este trabajo como una enorme obra orquestal que abarca una extensa franja de tiempo y de masa sonora vanguardista volcada en el espacio, y hasta en el ámbito de la música experimental, costado que bien sabe alcanzar.
Barry Guy habla sobre la creación de esta obra: ‘’El primer punto obvio es que mi cuerpo y mi cerebro son uno y lo mismo que el improvisador. Sin embargo, los parámetros bajo consideración (naturalmente) toman un enfoque diferente ya que el espacio musical se organiza y prescribe de acuerdo con el resultado sonoro esperado. «Pero por qué molestarse» es una pregunta que a menudo se escucha: «la improvisación no necesita tal regulación». Bueno, por supuesto, estoy de acuerdo (d) con esa afirmación, pero luego surgiría un tipo diferente de música si hubiera un orden mínimo de eventos. Las grandes agrupaciones libres, en particular, son propensas a la "congestión de ideas", por un lado, y a la negociación tentativa, por otro, a menos que, por supuesto, el conjunto tenga el lujo de ensayos constantes para comprender el territorio que se está investigando. Las posibilidades de simultaneidades coincidentes y movimientos coordinados son raras, así que qué mejor que un escenario de espacio libre y ordenado. En el jazz libre y la música improvisada ha habido y sin duda habrá momentos increíbles en los que los hilos musicales se unen para producir una música que ningún compositor puede imaginar. Así es como debería ser. Estos momentos son impredecibles y seguramente no repetibles, excepto por el conocimiento de que ciertas químicas entre los jugadores pueden crear un flujo de energía que siempre tiene la posibilidad de trascender la suma de sus partes. Por lo tanto, mi segundo principio era reconocer estas posibilidades y yuxtaponer agrupaciones (y solos) para producir un flujo y reflujo de tensión musical. En otras palabras, la energía sugiere una estructura con la música compuesta y directamente relacionada con la expresión personal del músico individual. ‘’
Cod: #1457
Muy buena adquisición muchas gracias.
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