Su práctica se basaba en el uso de varias especies de hongos psilocibios nativos (o regionalmente también se usaba la Salvia Divinorum) que poseían propiedades psicoactivas y eran usados milenariamente por los chamanes y curanderos locales para realizar extensos encantamientos y curaciones que fluían bajo el efecto alucinógeno de la sustancia y así, según se dice, comunicarse con dios o los antiguos espíritus mazatecos. Los espíritus, si se contactaban efectivamente, le dirían a Sabina la naturaleza de la enfermedad y la forma en que podría curarse. El vómito por parte de los afligidos se consideraba una parte esencial de la ceremonia. Cada participante en el ritual ingería hongos de psilocibina mientras Sabina (que típicamente ingería el doble) cantaba invocaciones para convencer a lo divino.
Estas sesiones de vigilia nocturna eran denominadas ‘’velada’’ y se realizaban una vez que bajaba el sol y yacía la oscuridad, en la intimidad de su recinto, lejos de la contaminación auditiva y las presencias incómodas. María Sabina procedía a lavar a los “niños santos” (así le llamaba a los hongos), separándolos después en pares, como la tradición lo dicta. Para el ritual, la habitación de María Sabina se encontraba a oscuras, sin colores o formas que pudieran viciar el viaje que se aproximaba. Finalmente, en la cumbre del ritual, los “niños santos” hacían su trabajo, modificando la percepción del tiempo y del espacio. María Sabina acompañaba durante toda la noche aquel viaje hacia el interior, palmando con sus manos algunas partes de su cuerpo y con cantos en lengua mazateca.
Fue en 1955 cuando Robert Gordon Wasson experimentó por primera vez la sabiduría de María Sabina y fue ahí cuando comenzó la leyenda, la misma que comenzó a ser publicada en libros y revistas, y además, fue el mismo Robert Gordon Wasson y su esposa Valentina Pavlovna los que realizaron una serie de grabaciones de audio que registraron sus cantos rituales. Estas grabaciones serían los únicos (o algunos de los muy pocos) registros sonoros que han quedado acerca de los rituales de María Saína. Registros obtenidos en Huautla de Jiménez, en las montañas Mazatecas en la esquina norte del estado de Oaxaca, el 21 de julio de 1956. El registro fue publicado en un disco llamado “Mushroom Ceremony of the Mazatec Indians of Mexico”, publicado en 1957. Esta es una grabación histórica ya que es uno de los pocos registros sonoros que quedaron acerca de esta chamán y la cultura mazateca, además de ser uno de los primeros registros de música creada bajo efectos alucinógenos, por lo cual también se podría ubicar en la historia de las primeras grabaciones de música psicodélica/lisérgica de la historia.
El equipo de marido y mujer (Robert Gordon Wasson y Valentina Pavlovna) estuvo involucrado durante muchos años en el campo de la etnomicología (estudio de las relaciones entre los pueblos y los hongos alucinógenos), investigando el papel desempeñado por hongos silvestres en diversas culturas humanas. Cuando se enteraron de que muchos grupos étnicos de indios americanos en México consideraban ciertas especies de hongos como la clave para la comunicación divina, la pareja emprendió una serie de expediciones al sur de México para aprender sobre esta práctica. Este registro es el resultado de sus sesiones de ritos de hongos grabadas con la chamán local.
María Sabina era muy respetada en el pueblo como curandera y chamán. Ella había estado consumiendo hongos de psilocibina regularmente desde que tenía siete años, y había realizado la ceremonia del hongo ‘’velada’’ durante más de 30 años antes de que llegara Wasson. Su interpretación en este registro consiste en recitaciones vocales de versos y escritos que poseen un sentido poético muy fuerte pero que su valor real reside especialmente en que son fuente de un encantamiento que se realizaba durante un extenso lapso de tiempo y en el que, gracias a los alucinógenos, se iba ingresando a diversos y, correspondientemente, más profundos estados de conciencia en los que las nociones de la realidad cual las concebimos pierden sus fundamento, ingresando así el chamán guía y los participantes en estados en los que podían estar en contacto con realidades etéreas y mundos que no pertenecen a lo físico.
Estas recitaciones surgían de creencias y contenidos culturales milenarios para su etnia, de visiones cosmológicas y espirituales acerca de la concepción de la vida y la salud, en una revitalización concreta y adrede de la vida alternativa alejada de las ‘’grandes civilizaciones’’. Además, Sabina fue católica toda la vida, por lo que mezcló elementos cristianos en su ritual mazateco, creando así su propia cosmología, con la que guiaba a los participantes a través de sus visiones particulares. El ritual se desarrollaba en la choza de Sabína, un lugar humilde despojado de luminarias y ruidos molestos, un espacio propicio para el sobrecogimiento y el viaje alucinógeno; la ceremonia consistía en cantos rituales y también estaba acompañada de imágenes religiosas alusivas y otros actos rituales.
Robert Gordon Wasson conoció a María Sabína en una oportunidad, no en búsqueda de curación sino buscando experimentar estados alterados, consiguiendo luego que financiaran varios viajes hasta la región. Gracias a todas estas experiencias escribiría un artículo para la revista Life, artículo que se volvería muy famoso y que llevaría este mundo alucinógeno a la conciencia de mucha gente. Esto, lejos de provocar una reacción positiva, hizo que mucha gente y buscadores de experiencias se acercaran a la zona en búsqueda de experiencias misticas pero sin un sentido profundo y de verdadero respeto acerca de todos estos asuntos. María Sabina recordaría: “me di cuenta de que los jóvenes con cabello largo no necesitaban que comiera las cosas pequeñas. Los niños se los comieron en cualquier lugar y en cualquier momento, y no respetaron nuestras costumbres”.
Cod: #1467
Muchas gracias, justo en este período estoy profundizando en los años de la psicodelia, y su contribución parece ser pilotada telepáticamente. Felicitaciones por las excelentes elecciones que propone.
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