18 oct 2013

Bubu - Anabelas (1978)

Daniel Andreoli, compositor de Anabelas, cuenta la historia de Bubu.
Para hablar de la génesis de Bubu, tenemos que situarnos en el tiempo y espacio.  Era una época muy creativa, no sólo en la música sino en el cine, en las letras, en la plástica… Éramos hijos de la generación del instituto Di Tella y teníamos un gran marco de referencia artístico, además de sentir el espíritu de libertad que uno respira a los veinte años. A esa edad nos conocimos con Jorge “Monin” Liechtenstein, quien por entonces era el baterista de Orion’s Beethoven. Con él nos juntábamos a tocar en su casa de Belgrano. Y ahí se fueron sumando Ricardo La Civita en flauta, Sergio Blostein en guitarra, Noel Reyes en violín, el futuro cantante y líder de Suéter, Miguel Zavaleta, en voz y más tarde Wim Fortsman en saxos.

Por ese entonces nos llamábamos Sion. Éramos muy jóvenes y la banda sacaba chispas; todos queríamos estar en el centro, pero había alguien que tenía la cabeza muy clara y sabía cómo se hacían las cosas, y ése era Wim. Un día me llevó aparte y me dijo: “mira, Daniel: esta música hay que volcarla en partituras, hacer un casting, empezar a a probar gente y que toquen los más idóneos.”

De todas maneras a esa altura el grupo original se estaba disolviendo por distintos motivos. Reyes estaba por irse a Estocolmo, Blostein trabajaba como músico profesional; en fin, cada uno estaba tirando para su lado. Entonces a Wim le cupo la tarea de armar el nuevo grupo, que fue Bubu.

Allí empezo un nuevo ciclo. Lo primero que se hizo fue buscar un lugar de ensayo y llamar gente. En ese mismo momento a mí me sale una beca del Collegium Musicum para profundizar mis estudios musicales. Yo tocaba el bajo en Bubu, pero ésta no era una música que se pudiese tocar sin estudiar varias horas al día: era necesaria una disciplina. Yo no quería perder la oportunidad del Collegium porque mi fuerte era la composición. Entonces, aunque me encantaba, tomé la decisión de dejar de tocar para dedicarme a componer. Hasta ahí había compuesto lo que es la primera par del disco de Bubu, “El cortejo de un día amarillo”, que contiene la “Danza de las atlántidas” y “Locomotora Blues”. Ya estaban las partituras individuales de los músicos y todo. Mi Rol de bajista lo cubrió Edgardo “Fleke” Folino y en lugar de Sergio Blostein entró el guitarrista Eduardo Rogatti, quien años más tarde tocaría con Juan Carlos Baglietto y León greco, entre otros.

Por su parte “Monin” fue suplantado por Eduardo “Polo” Carbella, ex miembro de los Pisk Ups y más tarde integrante de los Abuelos de la Nada, quien había tocado también conmigo cuando éramos chicos, ya que fuimos vecinos. Ingresaron Cecilia Tenconi en flauta, Sergio Polizzi en violín y continuó Miguel Zavaleta como cantante. De Miguel guardo un recuerdo muy especial, porque si no hubiese aportado todo su humor y toda su escenografía, hoy no estaríamos hablando de esta música. Tal vez todo hubiera terminado en una sala de ensato. Porque lo que atraía a la gente era una combinación entre la música de Bubu en sí y todo el despliegue que había sobre el escenario, y esto era un aporte innegable de Zavaleta.


En el tiempo en que compuse “Anabelas” yo era disciplinado. Era uno de esos chicos que se tomaban las cosas muy en serio, al punto que había sacado las persianas de mi habitación para que cuando saliera el sol me despertara, y ahí empezaba yo mi trabajo del día; tenía mucha convicción, mucha fuerza. En aquel momento estaba muy copado con Igor Stravinsky y Olivier Messiaen, pero básicamente escuchaba a King Crimson, cuya influencia se nota en Bubu.

Otra característica que nos diferenció fue que, en aquel momento, una banda se formaba así, primero se juntaban los músicos y después entre todos armaban las composiciones. Bubu fue al revés: Primero se hizo la música y después se empezaron a probar intérpretes. Y en eso tuvo mucho que ver la mentalidad y el empuje de Wim Fortsman de concretar las cosas, de llevar a cabo la obra.

Las composiciones de Anabelas las ensayamos febrilmente, todos los días. La batería era el instrumento más libre, porque yo consideraba que así tenía que ser. Pero ensayábamos las bases por separado. Bajo y batería por un lado. Después bajo, guitarra y batería. Y saxo, violìn y flauta por otro lado. Después se ensamblaban todas las partes. El mérito por el resultado obtenido fue de todos los músicos, ya que el esfuerzo y la entrega fueron totales. Y no era fácil, porque más de uno ya estaba casado y tenía hijos y esto no daba dinero.

Hubo un desgaste natural en la banda porque, si bien Bubu se presentó varias veces en vivo, la grabación del álbum se fue postergando más y más y eso contribuyó al deterioro grupal. 

Para colmo la salida del disco también sufrió una larga demora, de forma tal que cuando finalmente Anabelas aparece, en 1978, ya bubu prácticamente no existía. Ese desgaste que mencionaba tuvo mucho que ver con la salida de Zavaleta. Su relación con Wim a esa altura no era la mejor. Igual participó en dos sesiones de grabación, pero sintió que no podía continuar y decidió irse. Pero insisto: Miguel forma parte del alma de Bubu por más que el disco se haya hecho sin él.

A esta altura no quiero olvidarme de elogiar la labor de Petty Guelache, porque no era fácil calzarse los zapatos de Zavaleta y Petty, en un par de sesiones, metió las voces y lo hizo bien. Y también quiero mencionar a Daniel Grinbank –quien daba sus primeros pasos como manager- porque nos apoyó siempre y fue muy importante para el crecimiento de Bubu.

Viéndolo ahora, con la perspectiva que da el tiempo transcurrido me habría encantado que 
Bubu hubiese grabado un segundo disco, como estaba previsto en nuestro contrato pero, claro, ya el entorno social se había vuelto caótico. Varios de los músicos decidieron continuar sus carreras en el exterior, los que se quedaron se embarcaron en nuevos proyectos musicales y así la idea de continuar con el grupo se fue diluyendo poco a poco. Por mi parte, yo he seguido componiendo todos estos años y tengo una serie de trabajos que espero poder editar en un futuro cercano.

Nunca imaginé, en aquel entonces, que la música de Bubu obtendría el respeto del que hoy tiene en el circuito de rock progresivo internacional, donde se la conoce a través de ejemplares del viejo disco de vinilo, que ya es pieza de coleccionistas. Por eso me pone muy feliz que Anabelas finalmente aparezca en forma oficial en forma de CD.

Entrevista a Daniel Andreoli por Alfredo Rosso, enero del 2007

Cod: #1155

4 comentarios:

  1. Gracias, realmente una joya!. Me atreveria a decir de los mejores albumes progresivos del mundo

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  2. Tengo el vinilo , EMI Records Arg. del 78', es lo estoy escuchando y es realmente bueno!!!!!

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