Mi primer encuentro con esta obra fue hace 2 años cuando
tenía 16 años. No recuerdo si primero me topé con “El patio” de Triana o con el
álbum que hoy nos convoca, pero si recuerdo que me llamó más la atención “Hablo
de una tierra”. En ese momento yo nunca había escuchado sobre el llamado rock andaluz
ni mucho menos sabía lo que era. Entonces lo que hice fue dejar de lado a
Triana para escuchar de lleno este álbum de Granada y hasta hoy no he podido
escuchar ni un solo álbum de Triana. Pero dejemos de lado posibles conjeturas
que se podrían tejer en base a no haber oído a Triana. Digo esto porque en
varias ocasiones me he topado con amigos que me dicen “¡empieza por el patio de
Triana!”, en el preciso instante en que les empiezo a hablar de mi predilección
por este grupo madrileño. No os confundáis, Granada no es un grupo oriundo de
la provincia española del mismo nombre, según se dice el nombre de la banda
viene de la fruta.
Para poder apreciar la dimensión de este álbum debemos de
hablar de uno de los líderes que mantuvo vivo al grupo hasta su disolución en
1978. Nos referimos a Carlos Cárcamo, un músico multi-instrumentista
proveniente de Cantabria. Dicho esto, Cárcamo ya había pasado por un grupo
madrileño llamado Skorpis, que llegó a grabar dos singles maravillosos. Ahora,
yo he llegado a desarrollar cierto respeto hacia este músico, más que todo por
su gran talento digno de resaltar y por esa personalidad tan humana que tuvo.
En otras palabras, una persona capaz de saber transmitir verdaderos sentimientos
a través de su música. Es por eso que recuerdo con tanto cariño este álbum a
pesar de que sea tan cambiante (para mí no es correcto llamarlo desprolijo).
Se dice que Cárcamo inició el proyecto de Granada con mucha
cercanía a Andalucía. El gran Manolo Sanlúcar participó en el tema que da
título al álbum. Tal vez sean estos los motivos por los cuales ciertas partes
del álbum generan esas reminiscencias a tierras andaluzas, ese sobrecogimiento que
advierte la pronta llegada de la verdad o incluso de la libertad.
Se dice por ahí que Granada no hace rock andaluz pero tiene
afinidad con él, su mezcla de músicas tradicionales y “rock sinfónico” hace
enriquecer su sonido con un sin fin de matices interesantes.
Luego de una serie de investigaciones podemos llegar a decir
que el rock andaluz no es un estilo sino un movimiento musical que nació con el
nombre de rock con raíces pero luego se cambió a rock andaluz porque era más
fácil de decir. Pero se han llegado a generar varios conflictos con esta
denominación ya que existen varios grupos que si bien son catalogados como rock
andaluz ellos prefieren no considerar su música como tal. Al fin y al cabo
concuerdo con los que dicen que no es necesario que se defina un estilo de música
ligado estrictamente a Andalucía ya que se estaría excluyendo deliberadamente a
los demás grupos. La premisa siempre fue “rock con raíces” venga de donde
venga.
Hoy no vamos a llegar a ninguna conclusión ni tampoco vamos
a ahondar en el tema ya que es bastante extenso y aún requiere mucha más investigación
de mi parte. En un futuro presente haremos varias entradas dedicadas de lleno a
este tema.
Pasemos de una vez por todas al comentario del álbum. Hablemos
de una tierra, hablemos de una gran obra. Cuando escuché por primera vez este álbum
sinceramente quede maravillado más que todo con la canción “Rompiendo la
oscuridad”, un tema mágico de principio a fin, evocador del cambio tan anhelado,
clara representación de esa delgada línea que separa la verdad de la mentira,
demostrando que es posible romper esa barrera con una simple premisa de vida.
Luego de unos meses volví a escuchar el álbum pero esta vez
ya era una persona mucho más dispuesta a sumergirme en cada paisaje que te
plantea una canción. Recuerdo que eran las cinco de la mañana, estaba en la
puerta de mi cocina, conecté los parlantes y sin pensarlo dos veces puse este álbum.
Lo que pasó después fue una experiencia que hasta ahora la recuerdo, una
experiencia que hace que de repente valores tu vida, valores ese momento y
dejes de atormentarte con el pasado y delirar con el futuro. Casi siempre uno
escucha un álbum dentro de su habitación, bajo cuatro paredes con un equipo de sonido
o incluso con los auriculares, pero déjenme decirles que no hay nada mejor que escuchar
música con la vista puesta en un paisaje, aun este siendo citadino, en ese
sentido Cusco (mi cuidad) sigue teniendo esa magia por las madrugadas cuando el
sol emerge de las montañas y va iluminando las estrechas calles del centro. Recapitulando,
la música empezaba, fuera de mi cocina se encuentra un pequeño balcón por el
cual puedes observar todo el centro histórico del Cusco, eran apenas las cinco
de la mañana, los pájaros empezaban a cantar, las campanas de la iglesia
comenzaban a sonar, el frio se empezaba a disipar… Un momento de ensueño que estoy
seguro marco una etapa de mi vida. Momentos en los cuales no te arrepientes de
haberte levantado temprano tan solo para ver el amanecer junto al canto de un mellotrón
en sintonía con el de un ruiseñor. Tan solo recordar cuando empezó a sonar la
canción “Hablo de una tierra”, viene a mi mente el paisaje sombrío que generan
las iglesias ante el recuerdo de una civilización sepultada bajo mis pies, el
recuerdo de una guerra, la eterna desdicha de los vencidos y condenados a vivir
bajo la sombra de otra civilización que impuso su ideología.
Aclaro que no voy a reseñar canción por canción, no soy un crítico
musical ni estoy de acuerdo con los que adoptan ese personaje. Ya he dicho todo
lo que sentía que debía de decir respecto a este álbum, lo que me nacía. Solo
podría acotar que yo tiendo a dividir esta obra en varias partes solo que aún
no puedo dar una división exacta. Por un lado está la cara A del álbum con las
siguientes canciones: Granada es, Rompiendo la oscuridad y Hablo de una tierra;
por otro lado se encuentra la cara B con los temas: Nada es real, Es el momento
de oír un buen rock y Algo Bueno. Suelo incluir el tema “Nada es real” en la
primera parte del álbum ya que no rompe tanto la línea que construye el grupo
hasta ese punto. Las otras dos canciones no las puedo entender del todo ya que
el álbum venía creando otra serie de climas musicales por así decirlo.
En conclusión, este álbum sigue siendo magnifico para mí, al
menos la primera parte de la que hablo. Una serie de paisajes musicales que
juegan con diversos matices que frecuentemente son coronados con picos
sinfónicos. No voy a etiquetar este álbum,
al menos en este comentario, descúbralo usted mismo.
Solo me queda agradecer a estos humildes músicos que sin pretender
llegar a las masas hicieron lo que les nacía en ese momento, una música que
trasciende para aquel que esté dispuesto a escuchar. Además recordemos que el
productor de este álbum fue Gonzalo García-Pelayo quien fue el que los escucho
y los “fichó” para su sello Gong, disponiendo todo para que graben su primer álbum
en los estudios Kyrios con Pepe Loeches.
Sin más los invito a escuchar este primer gran destello de
Granada, estoy seguro que les transmitirá mucha luz.
Cod: # 1278
Muchas gracias por este magnifico album en esta calidad
ResponderEliminarhermoso. muchas gracias
ResponderEliminarExcelente disco, aunque las dos últimas canciones suenan anticlimáticas. Sigue siendo mi favorito delos tres que hicieron. En una canción (Nada es real) colabora el grupo Tilburi, del que os recomiendo "La música: Alcocebre", también en el sello Gong.
ResponderEliminar¡Por supuesto!, muy pronto publicaremos sus 2 álbumes.
EliminarCreo que el link cayó
ResponderEliminarYa está arreglado
EliminarMuchísimas gracias por el aporte!!! Te agradecería mucho los dos otros albumes :D
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