3 ene 2021

Igor Wakhévitch - Docteur Faust (1971)

El término ‘’vanguardismo’’ puede entenderse desde varias nociones, especialmente en Francia, cuna de muchos artistas y bandas que se mofaron del espíritu público y lo retorcieron hasta convertirlo en una cosa inentendible e inaceptable para el público común que generalmente espera de la música algo masticable, bailable y desechable. Fue en ese país donde esa corriente de vanguardia se esparció por muchas vertientes diferentes. Estaban los jóvenes rockeros que crecieron bajo el mandato moral post segunda guerra mundial pero que, influenciados por la contracorriente estadounidense (blues-rock, psicodelia) y el floreciente jazz fusión (Zappa, Soft Machine), hicieron de las suyas deformando al rock y volviéndolo decididamente experimental y de vanguardia. También estaban los experimentadores del vanguardismo de la rama más académica, entre los que se destacan figuras como Pierre Schaeffer, que se encargaron de hacer de las suyas en el terreno vanguardista de la música concreta, tomando nociones académicas y deformándolas también para el desprecio de las masas. Y en esta vaga y amplia concepción de lo que es el ‘’vanguardismo’’ también aparece la figura de Igor Wakhévitch, otro creador que se suma a las filas del fructífero vanguardismo francés, de esos artistas que son inclasificables, de esos creadores que trajeron sonidos nunca antes escuchados y experimentaron mucho más allá de lo esperado, corriendo los límites de lo posible muy por fuera del espectro de lo popular e imaginado.

Su música, como siempre, es prácticamente inclasificable, por consistir y haber sido creada por la combinación de diversos factores que convergen en una expresión de sonoridad experimental/vanguardista, surgidas de una cosmovisión muy profunda y totalmente personal, lo que hace que se acreciente la peculiaridad de su estilo. Es música autentica en el sentido profundo de la palabra, ya que se trata de la plasmación de procesos y visiones internas que surgieron como momentos significativos y llevaron a su creador hacia un viaje creativo sin límites, utilizando muchos elementos compositivos de punta con los que transgrediría incluso a la música transgresora, pervertiría a los pervertidos, porque con su estilo nos ha enseñado y aun nos sigue enseñando que no hay parangones a la hora de componer, y en todo caso, si los hay, es porque los propios creadores se los imponen sabiendo muy bien que experimentar más de la cuenta sería un horror para sus intereses comerciales.

Igor Boris Wakhévitch, nacido el 12 de mayo de 1948, en Gassin-Saint Tropez, Francia, es un músico y compositor francés de música de vanguardia, electroacústica y experimental, que ha trabajado en muchas direcciones musicales, siempre sensible a las nuevas formas de expresar las construcciones del sonido. Fue uno de los primeros compositores de su generación en introducir en sus composiciones varios tipos de teclados electrónicos, sintetizador Moog, sintetizador ARP, órgano electrónico, etc. Sus álbumes se encuentran entre los trabajos más impresionantes de música experimental lanzados en Francia en los años 70. Su estilo musical está fuertemente influenciado por la vanguardia contemporánea, el dodecafonismo y las experimentaciones sonoras. A finales de los años 60, trabajó para el "Grupo de investigación musical" francés, bajo la dirección de Pierre Schaeffer. Sus primeras piezas electroacústicas tienen relaciones cercanas con otros precursores franceses como Luc Ferrari o Bernard Parmegiani. Sus primeros trabajos revelan formas y modulaciones espectrales bastante eficaces que concentran al oyente en paisajes mentales inmersivos y muy oscuros. (Durante este período temprano, Igor Wakhevitch también fue un gran amigo de Robert Wyatt y Mick Ratledge).

En 1970 publica su primer disco solista llamado ‘’Logos’’, con el que deja notar que su concepto musical trasciende mucho de lo que conocemos y aceptamos como válido, es que las visiones que comienza a plasmar contienen incursiones hacia terrenos de lo que tal vez sea una concepción metafísica de la música, o tal vez de la vida o el universo mismo. Acerca de este disco él autor declararía: ‘’En la contraportada de mi primer álbum "Logos", escribí que solo soy un "canal", no el "autor" de una música que yo llamaría "mía", trato solo de manifestar lo mejor posible algo que viene desde dentro de mí, a través de las herramientas que están a mi disposición: conciencia, alma, mente, cerebro... y los diversos sentidos que dotan al cuerpo humano. ’’. 

Ya desde su primer publicación denotaría con sus propias palabras esa relación particular que tendría desde el comienzo con la cosmología y el universo, proceso que también, por supuesto, llevaría a cabo en su segunda publicación como solista, ‘’Docteur Faust’’, de 1971. Él declararía que cada una de sus publicaciones ‘’refleja un segmento personal y particular del camino interior que desciende en nuestro encuentro, los seres humanos’’, dando a entender a sí mismo, y al mismo humano, como una especie de canal transmisor de una avanzada inexplicable pero totalmente tangible que brota en lo interno de cada uno. Pero esa suerte de avanzada interna, de bruma que surge como un camino que continúa imperecedero y continuará eternamente, es ese camino el que debe ser descubierto, estando en lo posible en un estado receptivo para poder percibir lo real de lo imperecedero. En ese sentido, y siendo el mismo Wakhévitch quien lo declararía, cada una de sus publicaciones refleja una experiencia de encuentro con lo desconocido y representa un peldaño evolutivo que se sucede progresivamente y que refleja a ‘’aquello’’ manifestándose en uno y cómo ello van expandiéndose en la realidad, como en una suerte de ‘’avance’’ entre los conceptos, que no siguen una línea racional que podamos llamar ‘’evolutiva’’, sino que es una manifestación que se comporta de acuerdo con sus propias reglas etéricas.

En ese panorama, ‘’Docteur Faust’’ continua un concepto comenzado en su primer disco, reflejando inmediatamente desde sus primeros instantes sonoros que se trata de una música de una significación personal muy fuerte, dotada de sonidos representativos, simbólicos, creados en base a elementos de vanguardia que el mismo compositor reordenó de manera particular para recrear sus sensaciones internas que surgen de experiencias y momentos innombrables. Sería injusto tildar a este estilo simplemente de ‘’música progresiva’’, porque, aunque si bien es un estilo que avanza progresivamente en un continuo de sucesos y eventos sonoros conformándose en la avanzada del tiempo, también vale recalcar que no es estricto rock progresivo. Muchos de los mismos elementos están puestos en juego en esta música pero están reordenados bajo visiones diferentes, sumados otras plasmaciones de vanguardia que se suman para enriquecer una música que es un encuentro continuo de un sinfín de elementos.

Instrumentalmente hablando se trata de experimentos sin nombre pero con un fulguroso espíritu plasmado por un creador entusiasta e innovador para la época. En esta música convergen las experiencias previas del autor en tanto a música concreta y vanguardismo académico, también aparecen arreglos orquestales y clásicos de carácter tenso, surge también el rock de la época en algunos elementos como bases o guitarras distorsionadas, y también hay una experimentación que une a todos estos elementos y que surge, a la vez, como otro condimento que se deja ver entre sonidos, efectos, agregados de voces macabras, pasajes oscuros y elementos de un aparente desconcierto total. Todos estos condimentos de aúnan en una única visión creando una música de punta con intrínsecas significaciones cosmológicas y su evidente derrotero de creatividad que se vuelva en algo inexplicable, cósmico, metafísico, etc.

Publicado en 1973, el suntuoso "Hathor", su tercer disco solista, marca un giro en la carrera personal de Wakhévitch. Fue grabado después de que conoció a Terry Riley (el padre del minimalismo espiritualizado). "Hathor" está profundamente impregnado de elementos mágicos y teóricos. En 1974 el pintor surrealista Salvador Dali le pidió a Igor Wakhevitch que compusiera la música de su 'poema-ópera en seis partes' titulado "Être Dieu", obra en la que Wakhévitch representa atmosferas electrónicas sobre las que Dalí recita sus poemas surrealistas en francés. El álbum fue grabado en los estudios EMI en París (Boulogne), interpretado por Dalí en persona y varios actores (Delphine Seyrig, Alain Cuny, Ramond Gérôme, Catherine Allegret, Didier Haudepin, Léon Zitrone), oradores y cantantes, una orquesta de cuerdas, el coro, la soprano solista Eve Brenner, el percusionista Sylvio Gualda y una banda de rock. ("Sputnik & Statistik") Durante los años 80, Igor Wakhevitch decidió vivir en el sur de la India, escribió partituras musicales para el Instituto Goethe y el Centro Nacional de Artes Escénicas en Bombay (en 1991). Las últimas publicaciones de Wakhévitch están en gran parte reservadas para teatro, representaciones de ópera, piezas electrónicas épicas para orquestaciones y sintetizadores de meditación directa.

Cod: #1517

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